El alemán Ertl gana el Nobel por sus estudios de procesos químicos en superficies sólidas


El alemán Gerhard Ertl fue ayer galardonado con el premio Nobel 2007 de Química por «sus estudios de los procesos químicos sobre superficies sólidas», según informó la Academia Sueca de las Ciencias. «Esta ciencia es importante para la industria química y puede ayudarnos a entender procesos tan diferentes como por qué se oxida el acero, cómo trabajan las pilas de combustible y cómo funcionan los catalizadores de nuestros coches», señala la Academia en un comunicado.

Este tipo de reacciones químicas permiten también producir combustibles renovables más eficientes, crear nuevos materiales semiconductores para la electrónica y explicar la destrucción de la capa de ozono, pues es en las superficies de los pequeños cristales de hielo de la estratosfera donde ocurren pasos vitales en este proceso.

Ertl no sólo consiguió realizar experimentos clave para comprender la química de superficies, sino que además, según la Academia sueca, fue uno de los primeros en reconocer la importancia industrial que dichas investigaciones, vitales para la industria moderna, encerraban.

La Real Academia de las Ciencias Sueca ha reconocido así el trabajo de un científico que ha sentado las bases de la moderna química de superficies, una rama fundamental para diversos campos industriales, como la automoción y la electrónica.

Fue precisamente la industria de los semiconductores la que, mediante el desarrollo de diversos sistemas de bombas de vacío, posibilitó en los años 60 del pasado siglo el surgimiento de la química de superficies. El científico alemán fue uno de los primeros en darse cuenta del potencial de esta nueva rama de la química y elaboró una metodología que se usa tanto en la investigación académica como en el desarrollo industrial de estos procesos químicos.

Ertl estudió primero el comportamiento del hidrógeno en las superficies metálicas, para decidirse luego por el denominado proceso «Haber-Bosch», que captura nitrógeno del aire y es fundamental en la producción de fertilizantes artificiales.

Su inventor, el austriaco Fritz Haber, recibió el Nobel de Química en 1918 por este descubrimiento. La contribución de Ertl al «Haber-Bosch» radica en proporcionar una explicación detallada sobre su modo de funcionar, que ha servido para crear una escuela experimental de pensamiento para toda la disciplina de la química de superficies, según resaltó la Real Academia de Ciencias Sueca en su fallo.

Nacido en la localidad alemana de Bad Canstatt en 1936, Ertl se doctoró en la Universidad Técnica de Múnich en 1965 y ha sido profesor de Química y de Física en universidades de Alemania y Estados Unidos. Desde 2004, el científico es profesor emérito del Instituto Fritz-Haber de la Sociedad Max-Planck de Berlín.

La concesión del Nobel de Química coincide curiosamente con la fecha de su 71.º cumpleaños, de ahí que Ertl haya reconocido que es el «mejor regalo» que se hubiera podido imaginar. «Cuando me dieron la noticia, me quedé mudo. Sabía que era uno de los candidatos, pero, aun así, me quedé muy, muy sorprendido», declaró en conversación telefónica durante una rueda de prensa celebrada en la Real Academia de las Ciencias. Ertl sucede en el palmarés del Nobel de Química al estadounidense Roger D. Kronberg, ganador en 2006 por sus investigaciones en el campo de la genética, y se convierte en el segundo alemán premiado este año con el galardón.

Su compatriota Peter Grünberg recibió el martes el de Física, compartido con el francés Albert Fert. El de Química tiene la misma dotación que el resto de premios Nobel, 10 millones de coronas suecas (1,1 millones de euros o 1,5 millones de dólares), y se entregará junto a los otros galardones el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de su fundador, el magnate sueco Alfred Nobel, en cuya memoria se fundaron los galardones.

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